La bióloga ambiental María Camila Morales, junto con la profesora Carmen Alicia Parrado, analizaron el comportamiento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en cultivos de papa criolla, comparando el fertilizante tradicional con uno recubierto con un bio-polimeto a base de k-carregenina. Los resultados evidenciaron una leve disminución de las emisiones en los suelos fertilizados con el segundo compuesto.
Cerca de 70 megatoneladas (Mton), es decir, setenta millones de toneladas de Dióxido de Carbono (CO2), produce el sector agrícola y la sivicultura colombiana al año, según reportó el IDEAM en el año 2015. De acuerdo con cifras del Inventario de Gases de Efecto Invernadero (GEI), este renglón de la economía representa el 42,6% del total de emisiones, ocupando el segundo lugar de la lista que encabeza el sector energético. Estas emisiones están asociadas a la gestión de los suelos, aporte de fertilizantes nitrogenados y quema de biomasa, entre otros procesos.
Aunque nuestro país emite tan solo el 0,42% de estos gases a nivel mundial, Colombia ha adquirido compromisos para reducir estos porcentajes. Tal es el caso de la Cumbre sobre Cambio Climático de Lima (COP20), celebrada en 2015. Allí, el país se comprometió a mitigar las emisiones de GEI para el 2030, en una reducción que se estima cercana al 20%, con la posibilidad de incrementar al 30% en caso de recibir apoyo internacional. Si bien se considera que esta cifra es ambiciosa, puede lograrse a través de transformaciones en el modelo de desarrollo.
Precisamente, una de esas posibles transformaciones puede empezar a darse en el sub-sector de la papa, ya que este tubérculo hace parte de la dieta básica de la población y el uso de fertilizantes es recurrente en estos cultivos. Estos aspectos llevaron a la tadeísta María Camila Morales, bajo la orientación de la profesora Carmen Alicia Parrado, a trabajar su tesis de grado en el marco del proyecto de investigación: “Estrategias de optimización en el uso de fertilizantes para el aumento de la productividad y la disminución del impacto ambiental”, que contó con la financiación de Colciencias.
En ese escenario, las tadeístas se dieron a la tarea de medir el flujo de gases de efecto invernadero en cultivos de papa criolla en una finca de Subachoque (Cundinamarca), realizando comparativos al utilizar un fertilizante compuesto sin recubrir y el fertilizante recubierto con un bio-polímero llamado kappa carragenina. Con este último se pretendía que la liberación de los nutrientes fuera más lenta.
Este proceso se desarrolló a partir de la investigación de la profesora Gladys Rozo, quien determinó el protocolo para extraer y purificar kappa carragenina, componente que se extrae de las algas rojas (Hypnea musciformis). El recubrimiento del fertilizante se hizo con esta sustancia de característica gelatinosa, a través de calentamiento manual en los laboratorios de Bioprospección y Microbiología Ambiental de Utadeo.
El fertilizante encapsulado se dejó secar a temperatura ambiente hasta solidificarse y luego fue incorporado en el suelo del cultivo. Una vez allí, se esperaba que, por acción de la humedad, los nutrientes fueran liberados de manera controlada para facilitar su asimilación por parte de las plantas.
Luego de cuatro meses de observación y monitoreo, en los cuales se midieron los flujos de óxido nitroso, metano y dióxido de carbono (los tres principales gases del efecto invernadero ligados a la agricultura), se encontró una leve disminución en la emisión de GEI al utilizar el fertilizante recubierto por el gel: “Al disminuir la velocidad en la que el fertilizante se libera, también se disminuye el lavado de estos fertilizantes a aguas subterráneas, aumentando la disponibilidad de nitrógeno en el suelo, lo cual se asocia a la disminución en el impacto ambiental”, sostiene Morales.
Aunque los resultados obtenidos son preliminares hasta el momento, las tadeístas buscaban determinar si el uso de esta alternativa de fertilizante conducía a disminuir el impacto ambiental por cuenta de la reducción en las emisiones de GEI, lo cual podría dar luces, a futuro, acerca de soluciones sostenibles para la agricultura en nuestro país. Así, puntualiza Morales, se busca que los suelos puedan capturar más carbono, disminuyendo proporcionalmente la emisión de CO2 a la atmósfera y evitar la pérdida de diferentes formas de nitrogeno.
Fruto de este trabajo de grado, Morales presentará una ponencia en la 21 versión del Congreso Mundial de Ciencias del Suelo, que se celebrará del 12 al 17 de agosto en Rio de Janeiro (Brasil). La investigación fue aceptada por los organizadores dos días antes de que la tadeísta obtuviera su título como bióloga ambiental: “Estaba más feliz por hacer parte del Congreso que por el mismo grado”, admite Morales, quien ve en la investigación la mejor inversión que puede hacerse en una carrera profesional: “Esto se debe gracias al haber tomado la decisión de hacer una tesis y poner mi tiempo y dedicación a aportarle algo a la ciencia y la investigación. En el desarrollo de mi tesis fue el momento en el que más aprendí, tanto personal como académicamente”, añade la bióloga, quien recuerda que en su trabajo de campo no solo realizó muestreos, sino también participó en la siembra y el arado del cultivo de papa criolla, una experiencia que califica como inolvidable.
En el Congreso, la tadeísta nos representará en la mesa de “Emisiones de gases de efecto invernadero y uso de fertilizantes”. El evento se constituye en el principal encuentro de investigadores de esta área, quienes se reúnen para proponer actividades que lleven a la conservación y adaptación de los suelos ante futuros escenarios de cambio climático, favoreciendo así la seguridad alimentaria en el planeta. Allí, se congregarán más de 7500 científicos provenientes de 140 países, lo cual sugiere una gran oportunidad de hacer conexiones para nutrir la experiencia investigativa y laboral.
Precisamente, fue ese gusto por investigar las condiciones de los suelos lo que ahora permite a Morales abrir su mundo laboral, pues esta investigadora caleña hoy día trabaja con un importante grupo de investigadores de Bogotá: “La investigación es la mejor manera de retribuir el conocimiento adquirido y contribuir a las nuevas generaciones de profesionales que abordarán los temas en los que estás investigando”.